PHOTOGRAPHY. Louboutin & Kahlo: "What the water gave me"


Nunca se consideró surrealista y ha pasado a la historia del arte como una de las más altas artífices de este movimiento vanguardista. Hoy todos las recuerdan con felicidad y, sin embargo su vida estuvo plagada de desavenencias, infortunios y sufrimiento. Retrato la realidad, su propia realidad, su verdad de alegrías, logros, padecimientos, inquietudes, su entero ser. Su obra es la mayor biografía pictórica jamás contada. Frida Kahlo fue, es y será la leyenda sufridora de la realidad, la pintora que entendió el desconsuelo, el tormento y las mayores dolencias y supo tomar los pinceles para dejarlo plasmado de una forma mágica.


En 1938 Frida pintaba una obra que aglutinaba toda su vida, todo su padecer, su pasado y presente: Lo que vi en el agua” o “Lo que me dio el agua”. En ese mismo año Frida se encontraba en “la tierra de los gringos”, como ella los llamaba, preparando la que sería su primera exposición individual en la galería neoyorkina de Julien Levy. 

En esta obra se rescatan pedacitos de otras obras anteriores de la artista, bajo su particular habilidad retrata un individual nuevo mundo. Esta pintura es el vivo reflejo de su vida hasta el momento, como si leyésemos una de las hojas de su diario, instantes de su historia, momentos de su biografía.  


Asimismo, como mencionábamos, Frida fue catalogada innumerables veces de ser una pintora surrealista, siendo esta obra una de las más relacionadas con el movimiento, sin embargo como ella misma dijo: “Nunca pinto sueños o pesadillas. Pinto mi propia realidad”. La obra de la gran Kahlo está plagada de realidad, de sufrimientos y alegrías, de pérdidas y alivios. En este baño se refleja las ensoñaciones que nos inundan en la relajación bajo el agua, desde el retrato de los propios pies de la pintora en el que se muestra la deformación y daño en el pie derecho debido a la enfermedad de polio que sufrió de niña y al accidente de autobús, respectivamente, que tuvo con quince años de edad. 


Un vaporoso volcán ocupa la mayor parte del lateral izquierdo representando su amada tierra mexicana. Sobre él, crece un edificio que podría estar claramente vinculado con las construcciones de hierro de los Estados Unidos, en concreto el Rockefeller Center, con el que Frida y Diego, su esposo, vivieron un oscuro episodio  al ser negado y eliminado la representación mural que se encontraba realizando Diego por contar con claros aires comunistas. El edificio se derrite, arde en las flamas del poderoso México.

Bajo estos, sobre una colina vemos una canina representación cotidiana en la cultura mexicana y a que su vez se podría relacionar a la constante muerte que pululó a Frida durante toda su existencia.


Si continuamos la lectura, entre las hojas de vegetación, símbolo de su amado México, encontramos los retratos de los padres de Frida, retratos que ya habían sido realizados con anterioridad en obras como “Mis abuelos, mis padres y yo” (1936) y que retomaría en lienzos como “Retrato de la familia de Frida” (1950-54) o “Retrato de mi padre” (1951). Para Frida su padre, Wilhelm Kahlo, fue uno de sus mayores pilares, un modelo a seguir tanto humanamente como a nivel profesional.


Bajo este, nos encontramos una pareja femenina, en torno a las cuales existen dos versiones. La primera, y más difundida, estaría relacionada con la bisexualidad de la pintora, la relación abierta que tuvo con mujeres durante su vida. Por otro lado, estaría relacionada con una interpretación más profunda y habitual en los lienzos de Kahlo y su representación de la mujer europea frente a la mujer mexicana, la mujer que necesita ser consolada frente a la que consuela.


Este detalle lo retomaría posteriormente en 1939 cuando realizase “Dos desnudos en un bosque” o “La tierra misma” (1939), obra que hoy forma parte de la colección privada de Jon y Mary Shirley. 

Otro de los detalles significativos de esta obra es el vestido que reposa hundiéndose en el agua de la bañera. Este traje es un vestido característico de la cultura tehuana y, como estamos viendo, una vez más fue tomado de otras obras, en concreto: “Allí cuelga mi vestido” de 1933 y “El recuerdo” o “El corazón” de 1937. Como otros tantos detalles de la obra, este la relaciona con sus raíces, su ser, su forma de ver el mundo, este traje nos refleja a la más pura Frida, a la más real Kahlo. 


Para terminar con este repaso por esta asombrosa y detallista obra nos detendremos en el último retrato de Frida. En este, aparece reposada, ahogada en el ahoga salvada por un soga que se cierne en torno a su cuello, que la salva del hundimiento. Sobre esta cuerda caminan diversos insectos e incluso un equilibrista. De nuevo, este retrato aparecería en su dolorosa representación de “Henry Ford Hospital” o “Nueva York” de 1932.


No podemos terminar este comentario de la obra de la mexicana sin dar su propio comentario en torno a su obra. Este se conoce gracias a una conversación que mantuvo con Julien Levy, marchante de arte neoyorkino: 

Es una imagen del tiempo que va pasando… sobre tiempo y juegos de la niñez en la bañera, la tristeza de lo que le había pasado a ella en el transcurso de su vida”.

Por último, aunque el lienzo se encuentra firmado y fechado, la fecha no corresponde al año en que Frida lo pintó en realidad. Esto se debe a que la pintura fue expuesta en París, sin ser ni fechada ni firmada, por André Breton en el mes de enero de 1939 y cuando regreso con su dueña decidió firmarlo y fecharlo, por lo tanto, la fecha de ejecución sería el año previo a su firma. 


Y bien, llegados a este punto podemos preguntarnos ¿Qué relación guarda la obra de Frida con Louboutin? ¿Tan solo qué lienzo y sesión fotográfica se hallan en una bañera? A primera vista, la respuesta sería si, sin embargo su valor reside más allá. Es la simbología que convergen en ambos, obra pictórica y sesión fotográfica. Louboutin refleja, en estas instantáneas, algo que te pertenece, que forma parte de tu ser, Peter Lippmann captura la esencia misma, la relajación en la hora del baño. Nenúfares, suelas rojas, sales, espuma, clutch, laca de uñas, tacones de vértigo,… Todo lo que necesitas, todo lo que eres, todo lo que te hace extraer tu personalidad, todo ello es transmitido por estas ilustraciones.

Una vez más el rompedor Louboutin recrea un nuevo universo de alturas, diseños y paradigmas de la moda. Quizás, Christian quede tan sólo como una colección más dentro del materialismo y consumismo desarrollado hoy en día, pero lo cierto es que la vinculación es clara. Para aquellos, que los zapatos de vértigo sea un “must” en su día a día lo verán claro. High heels que puedes llevar para cualquier ocasión, que forman parte de ti, reflejo de tu historia, tu ser,… 



  • Bibliografía y fuentes consultadas:

AA.VV.: “Frida Kahlo”. Editorial Tikal, 2008.
Christian Louboutin: “Water in love. Spring-Summer 2015 Collection”. 
Ciudad de la Pintura: “Frida Kahlo. What I saw in the water”.  
Frida Kahlo Fans: “Lo que el agua me dio”. 


SONIA LÓPEZ MORENO

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